viernes, 26 de noviembre de 2010
lunes, 22 de noviembre de 2010
Cien recomendaciones para la vida
Gran Maestro Hsing Yün*
1. Descubra su mayor defecto y esfuércese por corregirlo.
2. Escoja hasta tres ejemplos de vida y tome la determinación de seguirlos.
3. Tenga fuerza y sabiduría para resistir las tentaciones mundanas.
4. Cultive la fuerza de la tolerancia de tal manera para comprender, aceptar, asumir responsabilidades, tener voluntad y mejorar las circunstancias externas. Luego, pase a cultivar la tolerancia por la vida, la tolerancia por todos los fenómenos y la tolerancia por los fenómenos no-surgidos, a fin de transformar el cultivo de la tolerancia en fuerza y sabiduría.
5. Aprenda a adaptarse a la presión externa y no dejarse afectar por ella.
6. Sea activo y valiente. Piense antes de actuar.
7. Avergüéncese de lo que ignora, de lo que es incapaz y de lo que lo vuelve impuro y tosco.
8. Haga con frecuencia algo que toque el corazón de las personas.
9. Siéntase bien bajo cualquier circunstancia, siga las condiciones correctas, esté siempre libre de aflicciones y haga todo con alegría en el corazón.
10. Ser corajudo y virtuoso es tener la capacidad de aceptar los propios errores.
11. Aprenda a aceptar pérdidas, falsas acusaciones, contratiempos y humillaciones.
12. No envidie a los que practican buenas acciones o dicen buenas palabras. Tenga siempre en la mente, bondad y belleza.
13. No empuje a los otros hacia el borde del abismo, por el contrario, déles espacio para retroceder –un día ellos le podrán ayudar.
14. Sirva a aquellos que desean hacer el bien, comparta un objetivo.
15. Sea amble y humilde al relacionarse con otras personas. Exprese bondad en su semblante y en su habla.
16. La capacidad de donar trae verdadera abundancia.
17. Motívese sólo con lo que es correcto o errado; no se fije en pérdidas y ganancias.
18. Abandone los pensamientos egoístas y dedíquese a la justicia, a la verdad y al bien común.
19. Viaje por el mundo bajo el cielo estrellado. Vivencie la práctica de la marcha de la mendicación por lo menos una vez en la vida.
20. Abra la mano de todas sus posesiones al menos una o dos veces en la vida.
21. Cada cuatro o cinco años, emprenda un viaje solitario.
22. No se deje cegar por el amor. No se sienta atraído por el dinero.
23. No batalle de frente con las cosas –aprenda el arte de ser sutil.
24. No existe éxito sin persistencia, diligencia y determinación.
25. Desarrolle autoconfianza, expectativas en relación a sí mismo y a sus metas personales.
26. Busque oír buenas palabras y nunca olvide su significado.
27. No desperdicie su tiempo. Haga planes y use el tiempo con sabiduría.
28. Sea siempre sensato, ya que la sensatez es imparcial e igual con todos.
29. Acuérdese de los yerros cometidos. Téngalos siempre en la mente para no repetirlos.
30. Sea cual sea su función, cúmplala bien. No mire a los costados.
31. Haga todo con buena intención, verdad, sinceridad y belleza.
32. No se quede en el pasado. Mire siempre adelante.
33. Luche siempre por sus objetivos y vaya más allá.
34. Planifique su carrera, use su dinero con sabiduría, purifique sus sentimientos y no se apegue a la fama y a la riqueza.
35. Desarrolle comprensión y visión correctas. No se deje llevar ciegamente por otros.
36. Renuncie a los apegos insensatos y acepte la verdad con mente humilde.
37. No elabore intrigas ni difunda rumores. Ni tampoco se deje influir por ellos.
38. Aprenda a desarrollar su mente, reformar su carácter, retroceder y dar cambios de ruta en la vida.
39. Cultive méritos por medio de donaciones que correspondan con su capacidad, función, disposición y condición.
40. Crea profundamente en el Dharma y contemple todas las virtudes. Nunca haga el mal; practique siempre el bien.
41. No culpe a los cielos ni a otros por su infelicidad, ya que todo tiene su causa y su efecto.
42. Piense en lo bueno y lo bello antes de pensar en lo que es triste y penoso.
43. Conquiste al menos tres tipos de habilidades a lo largo de la vida, como, por ejemplo, conducir automóviles, cocinar, digitar, cuidar enfermos, ejercer la medicina, el magisterio, el derecho, la arquitectura, etc.
44. Aprenda a articular bien la palabra y la escritura. Aprenda a oír, a apreciar, a pensar, a cantar, a pintar y a desarrollar habilidades. Cuanto más se aprende, mejor. Aprenda, al menos, la mitad de todo eso.
45. Lea al menos un diario cada jornada, para mantenerse al día del mundo.
46. Lea por lo menos dos libros al mes.
47. Mantenga una rutina diaria.
48. Cultive hábitos regulares de sueño y alimentación.
49. Practique ejercicios físicos.
50. Manténgase lejos del cigarro, el alcohol, la pornografía y las drogas. Administre y controle su propia vida.
51. Practique meditación, por lo menos, diez minutos todos los días.
52. Pase, por lo menos, la mitad de un día solitario, una vez por semana.
53. Al menos una vez por mes, practique el vegetarianismo, para nutrir su corazón de compasión.
54. Ayude a los otros y haga el bien sin esperar nada a cambio.
55. Comparta su alegría y compasión con los demás.
56. Mantenga la capacidad de autoevaluarse bajo cualquier circunstancia.
57. Rece por los desafortunados, donde quiera que esté.
58. Sea preciso en sus observaciones. Considere todos los ángulos y sea tolerante y comprensivo en relación a los otros.
59. Aprecie la vida, cuídela y no la maltrate jamás.
60. Use su dinero y sus posesiones con sabiduría. No desperdicie ni gaste demás.
61. En tiempos de alegría, contenga su habla; en el infortunio, no descargue su rabia sobre los demás.
62. No enaltezca sus propios méritos ni señale los errores ajenos.
63. No envidie ni sospeche. Los méritos surgen de las realizaciones y de la ayuda a los demás.
64. No sea ganancioso en cuanto a las posesiones ajenas, ni mezquino en cuanto a las suyas.
65. Demuestre coherencia entre actitud y pensamiento. No sea iluminado en teoría e ignorante en la práctica.
66. No se quede siempre pidiendo ayuda a los otros. Busque ayuda dentro de sí mismo.
67. Haga de su propia conducta un buen ejemplo. No espere benevolencia de los otros, sino de usted mismo.
68. Cultivar buenos hábitos es la mejor manera de mantener una vida íntegra y saludable.
69. Es mejor ser no - inteligente antes que no - compasivo.
70. La mente optimista es vista con un futuro brillante.
71. Construya su propio destino. Corra detrás de las oportunidades antes que esperar que ellas caigan del cielo.
72. Controle sus emociones y su humor: no se deje arrastrar por ellas.
73. Elogio y ofensa forman parte de la vida. No se apegue a ellos — conserve siempre la paz interior.
74. La donación de órganos ayuda a prolongar la vida, además de propiciar recursos para las vidas de otros seres.
75. Oiga lo que los otros tienen que decir y aprecie la esencia de lo que dicen.
76. Mírese a sí mismo antes de acusar a los otros. Solamente una evaluación honesta de sus méritos y deméritos le dará el derecho de juzgar a los demás.
77. Cumpla sus promesas.
78. No viole el derecho de los otros para beneficiarse a sí mismo. Favorecer a los demás, a veces, es imperativo.
79. No sienta placer en ridiculizar a los demás. Por el contrario, aprenda a hacerlos felices.
80. No critique, por envidia, la benevolencia de otro. Respételo y siga su buen ejemplo.
81. No traicione para obtener ventajas.
82. Los privilegios deben, ante todo, ser ofrecidos a las otras personas.
83. Aprenda a aceptar las desventajas. Sabrá que, en verdad, ellas son ventajas.
84. No se apegue a pérdidas y ganancias. No haga comparaciones entre lo que usted y los otros tienen o dejan de tener.
85. Sea sincero, impetuoso y educado.
86. Armonía, paz y tranquilidad son la clave para relacionarse con las personas.
87. Respeto, reverencia y tolerancia son la tríada para mantener buenas relaciones con el mundo.
88. La rabia no resuelve problemas. Solamente una mente tranquila y pacífica puede ayudarlo a lidiar con la vida.
89. Relaciónese con personas virtuosas y buenos maestros.
90. No contamine a los otros con su tristeza, ni lleve preocupaciones a la cama.
91. Busque placer y alegría en todo lo que hace, y transmita esto a todos.
92. Agradezca a los generosos y a los que ayudan. Déjese tocar por sus actos virtuosos.
93. De un toque de serenidad a todo lo que haga en la vida.
94. No existe dificultad o facilidad absolutas. El esfuerzo transforma la dificultad en facilidad, en tanto la indolencia convierte lo fácil en difícil.
95. Ayude a sus vecinos y a su comunidad y participe de los eventos locales. Así, se volverá un voluntario de la humanidad.
96. Solo la humildad genera el bien. La arrogancia no trae nada más que desventajas.
97. Acérquese a los maestros virtuosos. Escúchelos, sea leal y no los desobedezca.
98. Ayudar a los otros es ayudarse a sí mismo. Tener consideración por los otros significa cuidar y amarse a si mismo.
99. Dé oportunidades a los jóvenes y ofrézcales orientación siempre que sea necesario.
100. Cuide de sus padres y sea amoroso con ellos.
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*El gran maestro fue fundador de la orden budista Fo Kuang Shan y de su sede internacional en Kaoxiong, Taiwán. Desde edad temprana realizó el voto de revitalizar el Budismo humanitario. Desde su retiro como abad de Fo Guang Shan, el Venerable Maestro ha viajado a través de todo el mundo para propagar el Dharma. Él ha percibido la gran necesidad de Budismo de las personas de diversas clases sociales en el desafiante ambiente de hoy. Para satisfacer esas necesidades y para proporcionar a los fieles las oportunidades para que unan sus fuerzas en la propagación del Budismo humanitario, fundó la Asociación Internacional Luz de Buda (cuya sigla en inglés es BLIA) en Taiwan, en el año 1990.
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martes, 16 de noviembre de 2010
La sabiduría del cuerpo
Ajahn Dhiravamsa
En primer lugar, daremos una definición de sabiduría. Tiene dos significados. Uno es la comprensión profunda y visión cabal de las cosas tal como son, y no como creemos, suponemos o imaginamos que son. El otro se refiere a la capacidad de ser lo que conocemos y la habilidad de traducir la idea y/o el conocimiento en acción. Aunque el primero suena algo intelectual, no es una intelectualización, puesto que la sabiduría surge de una visión profunda y penetrante de lo que «es»; mientras que el intelecto sólo es un ejercicio mental de conocer de acuerdo con nuestro adiestramiento intelectual y pensamiento sistemático o educación. En la sabiduría existe el poder de trascender y liberar cualquier cosa que obstruya o impida el camino y/o el flujo natural y libre de la vida. Es decir, en posesión de la auténtica sabiduría uno se ilumina naturalmente en el sentido de echar luz sobre las cosas y eliminar la oscuridad. En relación con esto, la persona iluminada está colmada con la inigualable luz de la sabiduría y brilla con esta luminosidad transformando todas las fuerzas oscuras de modo de conseguir la auténtica plenitud. En el Todo Unificado, tanto nuestro lado luminoso como el de la oscuridad transformada se vuelven tan plenamente integrados que no queda espacio para el desequilibrio. En esta totalidad de ser y devenir, nuestra función ejecutiva, el «ego consciente», puede llevar a cabo sus tareas perfectamente bien, incluyendo el manejo de nuestras vidas interiores y exteriores en toda su capacidad, de modo que seamos capaces de actuar, hablar y pensar de acuerdo con la guía del conocimiento interior o sabiduría. De esta manera, decimos: «Somos reyes por fuera y sabios por dentro».
Existen tres vías principales por medio de las cuales surge la sabiduría. La primera es el «escuchar», lo que significa que uno escucha atenta y silenciosamente todo aquello que penetre la modalidad oído o consciencia auditiva. Por ejemplo, Siddhartha escucha el sonido de un río y obtiene una información muy útil y una clara visión interior sobre lo inesperado. Uno puede escuchar la serena voz interior y encontrar una respuesta o solución al problema que nos preocupa en un momento dado, o descubrir una dirección, un camino, o una salida, en el caso de estar perdidos interiormente. La cuestión es que cuando escuchamos, «oímos». Sin una escucha adecuada, o sin el deseo de oír, no oímos. El oír es una consciencia que surge mediante el contacto sensorial entre la modalidad oído y el sonido, voz o vibración: en ese instante la consciencia está presente. Esa es la causa de que la sabiduría, la visión profunda, la iluminación del conocimiento, o un fragmento de información útil puedan surgir y volverse importantes para nosotros.
La segunda vía o medio por el cual puede obtenerse la sabiduría es el «pensar con el corazón» o «pensamiento objetivo». En este modo de pensar, permitimos que un tema o asunto permanezca en la mente el tiempo necesario, mientras contemplamos silenciosamente y observamos de manera minuciosa todo lo que sucede sin añadir ninguna opinión ni hacer ningún comentario. Después de un tiempo, un destello de visión profunda, o la luz de la sabiduría, surge del mismo modo que el amanecer de un nuevo día dispersa la oscuridad y, a la vez, da luz al mundo. Como cada día es nuevo, la vida también lo es. Se actualiza y renueva a cada instante, de modo que podemos actualizarnos y renovarnos mientras la vida siga fluyendo y los momentos del vivir pasen de uno a otro sin cesar.
La tercera y más significativa vía de conseguir sabiduría es a través de la práctica de la «Meditación de Insight» o «Vipassanā». Esta práctica se basa en el continuo uso de una consciencia no verbal, no juzgadora y desapegada de lo que está sucediendo o pasando en un momento dado. En esta clase de consciencia, la desidentificación y la no elección juegan un papel clave a la hora de obtener sabiduría y de proporcionar espacio para que surja la visión profunda, haciendo posible que la inigualable luz del conocimiento brille directa y vivencialmente. A través de la Meditación de Insight, en el meditador surgen destellos de visión profunda y de conocimiento interior de dos formas diferentes. Una, por medio de la aplicación constante de la consciencia (definida anteriormente) y la observación objetiva de todos los fenómenos, sean físicos, mentales, emocionales, psicológicos, psíquicos o espirituales. La otra, mediante un período prolongado de silencio en meditación profunda donde palabras e imágenes dejan de existir. Tradicionalmente hablando, cuando el samādhi (simbólicamente: agua clara y serena) o mente estabilizada se instala de un modo firme y todos los estados condicionados descansan en la serenidad, aparece de un modo natural la sabiduría de la visión profunda, del mismo modo que la salida del sol produce luz y dispersa la oscuridad.
Hablemos ahora del cuerpo y su sabiduría. El término «cuerpo» se refiere a la naturaleza corporal de un ser humano y a la totalidad del organismo material compuesto por los cuatro elementos básicos de tierra (extensión y solidez), agua (cohesión), fuego (calor y actividad) y viento (movimiento y vibración), junto con el cuerpo energético o bioenergía, incluyendo la respiración o aliento. El cuerpo energético, que a veces es llamado cuerpo psíquico, sutil o etérico, abarca distintos campos de energía, o almacena patrones de energía psíquica y emocional acumulados mediante la experiencia personal de sentimientos negativos y dolorosos y sensaciones desagradables.
Antes de entrar en los detalles del cuerpo energético y sus creaciones, examinemos brevemente la consciencia como condición primera y principal para la creación de los fenómenos físicos y mentales. Es muy evidente que la consciencia que tenemos en nuestra vida cotidiana no sólo es generada por nuestro condicionamiento personal sino también por distintas influencias y energías arquetípicas. Y estas energías arquetípicas predominan en nuestro entorno, en la tierra que pisamos, en el grupo de gente con el que nos relacionamos, en nuestra comunidad, en la sociedad a la que pertenecemos y en el mundo en que vivimos. Entonces, manifestamos tal consciencia en todas nuestras funciones y actividades de la vida, en el trabajo y en todas nuestras relaciones, con nosotros mismos individualmente y con el resto del mundo. Esto significa que tenemos patrones predecibles y definidos de acción, reacción y respuesta a las situaciones de la vida, sociales y mundiales. Con esta consciencia fuertemente condicionada estamos atrapados en una vorágine existencial muy estrecha y limitada, con la que nos hemos familiarizado bastante por medio de la experiencia personal. Atrapados y dando vueltas, nos volvemos agresivos, punitivos y violentos, en particular con aquellos que viven al otro lado de la valla. De este modo, los mecanismos de defensa individuales se fortalecen y arraigan más profundamente en nuestra realidad psicológica, reclamando que los sistemas de defensa territorial se refuercen más y más para que nuestra seguridad esté garantizada. Cuanto más vivimos bajo los dictados de esta clase de consciencia, más miedos y sospechas dominan nuestras vidas y, como resultado, nos aferramos incluso más fuertemente a nuestra existencia superficial.
Mediante esta consciencia, creamos las condiciones específicas en nuestro cuerpo y nuestra mente adecuadas para contener y acomodar dicha consciencia. En otras palabras, cualquier clase de consciencia que experimentemos en un momento dado nos conducirá por modulaciones o transformaciones automáticas tales que se creará cierta forma de nuestro cuerpo físico y estado mental adecuada para la manifestación de la consciencia. Por ejemplo, al enfrentarnos al miedo, el cuerpo físico se contrae y la mente se vuelve rígida, aterrorizada o, incluso, paralizada y, entonces, proyecta la idea de que podrían suceder toda clase de cosas malas imaginarias. Al experimentar dolor, ya sea físico, emocional o psicológico, el cuerpo se pone tenso y la mente grita y agoniza. En este contexto, observamos la variedad del lenguaje del cuerpo, posturas corporales definitivas y una estructura física distorsionada, que se manifiestan en los individuos como consecuencia de la presencia, o de la invasión, de cierta clase de consciencia con sus patrones de energía. Por lo tanto, podemos comprender cómo se crean los bloques o bloqueos en nuestros sistemas psicofísicos. Estos sistemas poseen un ritmo natural que el cuerpo físico pierde debido al nacimiento de una nueva consciencia. (Cuando hablamos de consciencia también incluimos los patrones de energía que le pertenecen, ya que sin la presencia de cada uno de estos patrones de energía no puede haber consciencia). Con el fin de contener esta nueva conciencia se crea una nueva forma interior del cuerpo con un patrón de energía específico que opera con ella en ese momento particular. Y no sólo eso: la mente o, más bien, las propiedades mentales como la sensación, percepción, intención, impresión y atención, también se conforman de tal manera que se vuelven patrones apropiados y coordinadores de la consciencia.
En su estado normal, el cuerpo posee un ritmo proporcionado de contracción y expansión tal como nuestra respiración, que tiene su movimiento rítmico de elevación (inhalación) y caída (exhalación). Cuando el ritmo normal es perturbado por los cambios que se producen en el mundo de la consciencia (que opera a través de nuestros sentidos), se produce un vacío debido a que la contracción o la expansión pierde su impulso. O sea, la contracción no puede contraerse a su propio ritmo, o la expansión es incapaz de expandirse según su ritmo normal. Entonces, los patrones de energía negativos, ya sean sensaciones o sentimientos, que operan con la consciencia en ese instante, quedan enterrados o encerrados en ese particular hueco o vacío y, por consiguiente, se crea un bloqueo. La naturaleza, que no quiere dejar un vacío vacante, lo llena con cualquier cosa que sea apropiada en ese momento. En consecuencia, descubrimos que la ira se entierra en las mandíbulas, en los tobillos y en la parte media e inferior de la espalda. El miedo se oculta en las rodillas, en los hombros y en la parte superior del pecho. La tristeza y la pena se sumergen en medio del pecho. La ansiedad se hunde y encierra en el vientre y alrededor del tórax. El dolor primordial yace en el estómago, etc.
Aquí es interesante mencionar que en cada lugar de bloqueo hay una historia o cierta información acerca de un incidente reprimido además del patrón de energía mismo. La historia, o el incidente mismo, se revela ante el sujeto y su terapeuta cuando ese patrón de energía específico es liberado y disipado mediante el proceso terapéutico. A veces, esto les sucede a algunos meditadores durante una meditación silenciosa, lo que produce una gran sorpresa no sólo al meditador sino también a todos aquellos que están presentes en la sesión de meditación. Es una sorpresa porque nunca pensamos que haya algo como la ira, el miedo o la pena enterrado en alguna zona del cuerpo en particular. Ciertamente, en nuestro viaje a través del proceso de la consciencia encontraremos muchas sorpresas o cosas que nunca habíamos anticipado. Por eso lo llamamos «viaje de descubrimiento».
Hasta aquí, espero haber dejado claro cómo el cuerpo o el sistema de naturaleza corporal y bioenergía es condicionado por la consciencia. Por favor, tengamos presente que este proceso se produce en el curso de nuestra vida cotidiana. Para ver esto por nosotros mismos, sólo tenemos que prestar atención y observar lo que realmente le sucede a nuestro cuerpo físico y al ámbito mental cuando experimentamos una cierta sensación o emoción en nuestra vida. Además, recordemos que cuando se experimenta una sensación, una emoción o un estado mental, está presente cierta consciencia, puesto que es el principal cauce de flujo natural. En este sentido, esta consciencia es como un río que corre sin cesar, mientras que la sensación, la emoción y los estados mentales son comparables a las cosas que arrastra el agua del río.
El cuerpo está principalmente condicionado y muy influenciado por la consciencia. Pero tiene su modo específico de insinuar o involucrar al ego consciente, en particular, cuando quiere, en gran medida, que un bloqueo o energía encerrada sea eliminado para que deje de haber dolor o no se desarrolle una enfermedad que amenace la vida. La implicación o insinuación más general es el dolor, por medio del cual el cuerpo intenta hacer que el individuo note que algo está mal en la parte del cuerpo que lo está padeciendo. El dolor, al ser en sí mismo un patrón de energía, contiene información valiosa –como en realidad la contienen todos los patrones de energía– para instar al individuo a tomar medidas eficaces con el fin de liberar la energía insana enterrada. Pero, por lo general, no vemos que el dolor corporal está tratando de transmitirnos esa útil información. Por el contrario, intentamos eliminar el dolor por todas las técnicas disponibles. No entendemos que eliminar el dolor sin liberar o transformar la energía subyacente no constituye una cura permanente o total sino sólo un alivio temporal. Normalmente, la energía debajo del dolor es un condicionamiento emocional, salvo que lo que de lugar a esta dolencia sea una lesión o tensión puramente física. Para saber esto con certeza la consciencia es esencial, ya que ésta posee la función de suministrar información al ego consciente. Con el ego consciente presente y haciéndose cargo de la situación de la vida, encontraremos una solución real a cualquier problema o desafío. Esto se debe a que cada clase o patrón de energía contiene información y siempre está dispuesta a compartirla con el ego consciente (el individuo con conciencia).
Otra forma en que el cuerpo intenta comunicarse con nosotros es lo que técnicamente se conoce como «lenguaje del cuerpo». Hablando de un modo realista, es la energía la que mueve y da forma al cuerpo. Por ejemplo, cuando perdemos la postura correcta (erecta, erguida y alineada armoniosamente) el cuerpo busca compensación adoptando una postura torcida y desequilibrada que producirá, con el paso del tiempo, alguna forma de dolor o tensión aguda. Nuestra forma de caminar, nuestra postura al pararnos, nuestro estar –en público o en privado–, indican la presencia y trabajo de cierta energía que está a cargo y dirige nuestra vida en ese momento. Tengamos presente que cuando hablamos de energía también nos referimos a una consciencia que opera con ella, aunque su movimiento no sea visible en la superficie. De hecho, la consciencia subyace a la presencia y funcionamiento de todos los patrones de energía que se manifiestan en nuestras vidas a través de los seis sentidos.
En general, el cuerpo expresa su sabiduría diciéndonos lo que es bueno y lo que es malo para él, desde luego que no en términos de moralidad, sino en el sentido de salud y armonía, o de daño y toxicidad. Por ejemplo, al comer, beber o ingerir algo, el cuerpo sabe exactamente si lo que comemos, bebemos o ingerimos es bueno o malo, dañino o saludable. Pero la mayoría de nosotros, en lugar de escuchar al cuerpo, nos adherimos y acomodamos a las preferencias de la boca o de la mente (o sea, al sabor o a una sensación agradable al paladar). Por lo tanto, no escuchamos la sabiduría del cuerpo y, como resultado, terminamos envenenándolo y/o abusando de él, en ocasiones gravemente, aunque sea sin intención, mientras que a nivel consciente pretendemos disfrutar de la vida a pleno, o sacar el máximo placer posible de lo que consumimos.
Si prestamos atención al cuerpo, ciertamente seremos capaces de saber lo que quiere y necesita, ya que éste intenta muy insistentemente comunicarnos lo que realmente desea, de modo que lo que falta y es deficiente en su sistema corporal sea suministrado, permitiéndole obtener placer de forma saludable y estar en armonía con todos sus sistemas de energía. Cuidarse para una existencia armoniosa y saludable es, indudablemente, una expresión de sabiduría, no importa si viene del cuerpo o de la mente (una mente asociada con la sabiduría o una consciencia sabia). La razón de que el cuerpo posea sabiduría es que todo él constituye una de las seis modalidades sensoriales, como el ojo, el oído, la nariz, la lengua y la mente, lo que indica con claridad que el cuerpo es una fuente o lugar de partida de donde surge una consciencia. La consciencia que se manifiesta a través la modalidad sensorial del cuerpo es, según la terminología budista, «consciencia corporal». De igual modo, tenemos la consciencia visual, la auditiva, la olfativa, la gustativa y la mental (una consciencia que nace de la modalidad sensorial de la mente). Operar con consciencia en el contexto anteriormente descrito es sabiduría puesto que el término «consciencia», en el amplio uso moderno, se refiere al discernimiento, una forma de sabiduría.
Existe una historia de un monje budista de la época del Buddha. Se dice que el monje meditó con los ojos ligeramente abiertos, sin dormir, durante un período de tres meses. Hizo el voto de utilizar únicamente tres posturas (sentado, caminando y de pie) para esta práctica austera de meditación, y no se acostó durante esos tres meses. Como resultado, se quedó ciego y no podía ver los insectos, o las hormigas, o los seres vivos en el suelo en el que practicaba la atenta meditación caminando. En consecuencia, tropezaba con ellos y los dañaba, e incluso los mataba sin querer. Como muchos monjes amigos le aconsejaron que no hiciera meditación caminando, les dijo que consultaría a su cuerpo, y así lo hizo. El mensaje que recibió de su cuerpo fue que podía seguir haciendo meditación caminando mientras no tuviera intención de dañar, matar o pisar a los seres vivos, y que esa era una acción absolutamente correcta. Poco después alcanzó la completa iluminación.
De esta historia aprendemos que la sabiduría del cuerpo traza una línea delgada pero definida entre esencia y superficialidad, o entre la acción esencial y la denominada acción moral. La mente moralmente orientada será arrastrada forzosa o incluso dolorosamente por la culpa si comete un acto inmoral, o no será capaz de llevar a cabo una acción esencial contra el precepto establecido por una religión organizada. Esto se debe a que la culpa, aunque sea una forma más leve de miedo, tiene una fuerte autoridad sobre la mente, que muy a menudo paraliza a las personas con inclinaciones morales.
Con relación a procesar, el cuerpo sabe muy bien qué hacer exactamente, hasta dónde llegar y cuánto tiempo dedicar a cada sesión de procesamiento. Por ejemplo, cuando un individuo hace contacto con un patrón de energía encerrado dentro del sistema psicofísico, tiene lugar una clase de expresión, ya sea mediante una repentina y espontánea irrupción de sonido, ruido o movimiento físico, o sollozando o llorando durante un período de tiempo. Este incidente se denomina «procesar», y seguirá hasta que el patrón de energía encerrado sea liberado y limpiado adecuadamente. En tal situación, el cuerpo es capaz de facilitar el trabajo de manera eficaz, siempre que la mente no interfiera, o que el ego se mantenga alejado y no complique el proceso. A veces, el cuerpo despierta al individuo a mitad de la noche si considera que el trabajo de procesamiento debe realizarse en ese preciso momento, ya que tiene su propio ritmo, aunque la mente consciente o ego no lo sepa, y por lo tanto, se resista al trabajo programado por el cuerpo. Además, el cuerpo comprende muy bien cómo crear un equilibrio dinámico entre la liberación de la energía bloqueada y la producción de una energía nueva y saludable para llenar el vacío, de modo que la liberación no exceda de manera abrumadora la proporción apropiada de producción y pueda prevalecer la armonía entre los distintos sistemas de energía.
En relación con esto, recordemos que, al igual que sucede con el funcionamiento de la naturaleza en general, el cuerpo se preocupa mucho por mantener cierta clase de equilibrio, y lo hace dirigiendo su ojo de sabiduría al flujo armonioso de los diferentes sistemas de energía en el seno de su forma de vida u organismo. Por lo tanto, debemos abrirnos al cuerpo más enérgicamente para ser capaces de abordar una enfermedad o falta de equilibrio con una actitud creativa y aprender más sobre la sanación, la salud y la totalidad integrada.
Vichitr Ratna Dhiravamsa, «The Wisdom of the Body» / «La Sabiduría del Cuerpo» (Dhiravamsa.com). Versión para AppamādaNet: Alejandro P. de León, Buenos Aires, 2008. Corrección: María Isabel Zapico.
Fuente: http://appamadanet.webs.com
jueves, 11 de noviembre de 2010
Corrigiendo el fluido
homolateral
de la energía
Judith Poole (en boletín Yin Yang Hourse, 05/2/2010)
Generalmente, si hay algo crónico en el cuerpo, incluyendo enfermedad, dolor, desórdenes del ánimo, problemas que causan preocupación, la energía se vuelve “homolateral” – significa que en vez de ser cruzada, la energía está fluyendo en líneas paralelas hacia abajo del cuerpo. En este estado el cuerpo tiene que trabajar dos o tres veces muy duro para cumplir las tareas fisiológicas normales. El diseño llega a estar congestionado. Es probable que el estado homolateral preceda a otros síntomas. Cuando la energía es homolateral, mirando o pensando en una “X” debilita la energía vital, mientras que mirar líneas paralelas hace a la energía fuerte. Cuando se corrige el diseño, las energías se cruzan. El pensamiento de una “X” consolida la energía del cuerpo y las líneas paralelas debilitan la energía. La kinesiología (el arte de testear la energía) se utiliza para determinar cómo las energías básicas están funcionando en el cuerpo de un paciente.
Un ejercicio simple llamado “rediseño homolateral” puede corregir el diseño, animando a las energías del cuerpo para que se crucen mientras se piensan hacerlo. Sin embargo, debe ser repetido constantemente alrededor de un mes o el cuerpo volverá a lo que le es más familiar. Cuando ocurre esto, el paciente debe comenzar el proceso de nuevo. Para corregir la energía homolateral, uno comienza igual, marchando de lado. La mano derecha toca la rodilla derecha como si levantara esa rodilla; luego la mano izquierda coge la rodilla izquierda, y así sucesivamente. Esos pasos se repiten 4-6 veces. Luego de esto, uno marcha otra vez, cruzando la línea media, primero el brazo derecho para tocar la rodilla izquierda, después la mano izquierda para tocar la rodilla derecha. Esta marcha cruzada se repite de 4 a 6 veces. Juntos, los dos ejercicios, constituyen un sistema. El diseño generalmente cambiará después de que el sistema se repita 3 veces.
Los indicadores de que la energía está homolateral incluyen abrumadoras sensaciones de fatiga, torpeza y falta de coordinación, substitución de palabras o dificultad para pensar en una palabra cuando se necesita en una conversación, una lentitud general y un déficit de motivación para hacer mucho de cualquier cosa, y sensación opresiva. Si una persona está homolateral, la primera vez que las piernas se levantan para el diseño cruzado, ellas se sienten muy pesadas y la marcha resulta difícil. Esto indica que el diseño ha cambiado cuando las piernas comienzan a sentirse livianas y se siente marchar más fácil en el diseño cruzado.
Porque una persona que ha vivido generalmente con este diseño homolateral por algún tiempo antes de que sea detectado, el diseño es reconocido como “normal” por el cuerpo. Por lo tanto, el ejercicio de rediseñamiento necesita ser repetido diariamente, óptimo dos veces al día, para establecer un nuevo diseño. También, la mayoría de la gente que se ha vuelto homolateral revertirá a este diseño cuando está estresada, incluyendo los estreses de proximidad al equipo electrónico (como teléfonos, computadoras, teléfonos celulares, microondas, automóviles). Con tiempo, una persona aprenderá reconocer cuando la energía ha llegado a ser homolateral y podrá corregirla.
Una vez que el diseño cruzado haya sido establecido, marchar y cruzar la línea media como parte de una práctica diaria ayudarán a mantener más eficaz el diseño en el cuerpo. Otras cosas que son provechosas incluyen dibujar equis y figuras de 8 en el aire o en el papel, imaginando “flujos de hadas” alrededor del cuerpo en diseños cruzados, y evitando mirar fijamente en líneas paralelas por períodos largos. Cosas como conducir por horas donde las marcas del camino forman líneas paralelas en la carretera pueden muy bien explicar la clase de fatiga que molesta a los conductores interurbanos. Detenerse para hacer un poco de marcha cruzada periódicamente puede restaurar el cruce normal del flujo de la energía.
Mucha gente está sorprendida en cuánto están diferentes cuando corrigen el diseño homolateral. Informan que pueden mejorar la coordinación para usar los hemisferios derecho e izquierdo del cerebro, de modo que pueden asumir las tareas diarias con mayor claridad, alerta, atención y creatividad.
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